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miércoles, 12 de mayo de 2010

Vacuna contra el SIDA en 2012 (Nóbel de Medicina)

            Luc Montagnier y Francoise Barre-Sinoussi, por su descubrimiento del virus del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) fueron premiados con el premio Nóbel de medicina. Fue el mismísimo Montagnier quien hizo un anuncio que, de haber salido de la boca de cualquier otro, nos tendría dudando. “En 4 años podría estar disponible una vacuna terapéutica contra el SIDA”, aseguró. Las vacunas terapéuticas son las que actúan una vez contraída la enfermedad, para mantenerla bajo control. A diferencia de los cócteles de drogas, una vacuna como esta se inyectaría una vez cada tanto tiempo, mejorando la calidad de vida de los enfermos



              Montagnier fue uno de los descubridores del virus que causa el SIDA, hace ya 25 años. Cuando recibió el Nóbel de medicina, anunció que, con apoyo económico, en tan poco como 4 años podría estar lista para probarse una vacuna terapéutica contra la terrible enfermedad.

Este anuncio, de parte de uno de los descubridores de la enfermedad y ganador del premio Nóbel de medicina, no es poca cosa. Si bien hay muchos investigadores trabajando en vacunas contra la enfermedad, incluso basándose en diferentes investigaciones, esta noticia es alentadora incluso para los que ya han sido contagiados por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana).

                   Quien recibió la otra “mitad” del Nóbel de medicina fue Harald zur Hausen de la Universidad de Dusseldorf, por su trabajo con el cáncer cervical. Este es el segundo tipo de cáncer más común en las mujeres. Gracias a su investigación sobre el Virus del Papiloma Humano (VPH) se pudo lograr una vacuna para evitarlo.
        El premio Nóbel, además del reconocimiento, incluye un premio en dinero efectivo que este año será de 1 millón de euros por ganador. El monto no es fijo porque depende de cuánto generen los fondos de inversión de la fundación para el premio.

La mujer con VIH/SIDA


      



  Mientras que la infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es un problema de salud pública, la epidemia, en cambio, es un problema de género. La enfermedad está afectando desproporcionadamente a las mujeres y niñas adolescentes; los datos son alarmantes, de 37 millones de personas que viven con VIH el 50 % corresponde a mujeres (Informe Global de la Epidemia VIH/SIDA, UNAIDS .Julio 2002)
                 Ninguna enfermedad en tiempos modernos ha suscitado tantos dilemas éticos, y es que el VIH/SIDA tiene que ver con lo más íntimo de las personas, como son: el sexo y las preferencias sexuales. Adicionalmente ha puesto de manifiesto prejuicios morales y religiosos en temas relacionados con la sexualidad y la drogadicción.

            Por otra parte, la epidemia del VIH /SIDA ha hecho evidente toda una nueva y completa área de violaciones de los derechos humanos, en la medida que la epidemia representa una conjugación de dos de las formas más insidiosas de opresión humana como son: el género y la sexualidad.

          Figueira, en el foro de las Naciones Unidas sobre derechos humanos en Asia y el Pacífico (oct. 2001, Melbourne, Australia) puntualizó que “los derechos humanos han sido reconocidos como una entidad separada, con poca o ninguna intervención con la salud, sin embargo la discusión alrededor del SIDA ha asumido esa falsa dicotomía, esta consideración está siendo abandonada y ahora es un cambio de paradigma, aunado a un reconocimiento creciente donde la salud y los derechos humanos están intrínsecamente unidos”

         La discriminación incrementa la vulnerabilidad de las personas a la infección por el VIH, las mujeres y otros grupos vulnerables, están propensos al riesgo de la infección, debido a su estatus desigual en la información, acceso a la prevención y a los cuidados de salud.

           Las mujeres, en muchas regiones del mundo, no tienen acceso a consejería, exámenes diagnósticos, tratamiento y prevención; en este sentido hay discriminación y otras consecuencias negativas como la estigmatización. Lo anterior está enmarcado en la pérdida y/o ausencia de los derechos humanos “ Conjunto de principios, de aceptación universal, reconocidos constitucionalmente y garantizados jurídicamente, orientados a asegurar al ser humano su dignidad como persona, en su dimensión individual y social, material y espiritual.” consagrados en la Declaración Universal.(0NU,1948)

                 Después de hacer estas disertaciones de manera muy general, considero importante realizar algunas reflexiones del por qué, estos derechos son y siguen siendo vulnerados, haciendo especial énfasis en la mujer.
 Desigualdad de género:

           A pesar de que el progreso en los Derechos Humanos constituye uno de los mayores logros del siglo XX, todavía su aplicación no es universal, pues está marcada por diversas discriminaciones, en particular la de género.
              Muchas mujeres han sido socializadas a través de la religión, tabúes culturales y otros mecanismos de subordinación y opresión sexual.
            Los abusos contra la mujer (violencia basada en el género), son muy diversos y van desde abuso sexual, violación, infanticidio femenino, mutilación genital femenina, prostitución forzada, violencia doméstica, violación marital, acoso sexual en la escuela y sitio de trabajo, tráfico, hasta violencia relacionada con la dote.
              En general la violencia contra la mujer y la niña ocurre en todos los segmentos de la sociedad independientemente del país, cultura, etnia, o clase social.

La violencia contra la mujer es, en parte, responsable de la diseminación del VIH /SIDA; la violación y el abuso sexual son usados como un arma de guerra y coloca a millones de mujeres a riesgo de contraer el VIH.

               Madhu Bala Nath, Asesora de género y VIH de ONUSIDA/UNIFEM, (El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas Para La Mujer) enfatiza que la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas, es una cuestión crítica. Esto debe incluir los derechos de las mujeres para tener control sobre la libre decisión y responsabilidad en materias relacionadas con su sexualidad y reproducción, recomienda además que los Estados deben asegurar que los derechos humanos de las mujeres se mantengan en áreas relacionadas con la propiedad, empleo, divorcio, acceso a recursos económicos, de manera que las mujeres puedan alejarse de relaciones abusivas que las amenacen con la infección ,lo cual es muy importante porque les permitirá también lidiar con la carga del cuidado de personas que viven con VIH/SIDA en sus hogares, por ello, resulta imperativo un enfoque de derechos humanos que sea sensible al género.
             La violencia basada en género y la violación constante de los derechos humanos en la mujer seropositiva al VIH, han generado una serie de respuestas en los organismos internacionales, las cuales tienen como finalidad urgente y prioritaria el restablecimiento de esos derechos.
          La Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993 resolvió que “la violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y la libertad de las mujeres...que se necesita una clara definición comprensiva de violencia contra la mujer, una clara afirmación de los derechos debe ser aplicada para garantizar la eliminación de toda violencia contra la mujer en todas sus formas, un comité por los estados y un comité por la comunidad internacional.  Para eliminar la violencia contra la mujer”
       El año 1994, la Organización de Estados Americanos aprobó la Declaración Sobre La Erradicación De La Violencia Contra La Mujer, (Convención do Belén de Pará). Es así como se reconoce que la violencia contra la mujer, constituye una violación de los derechos humanos y se exige el respeto irrestricto a todos sus derechos.
          La comunidad Internacional está reconociendo que la importancia del género en el VIH SIDA no puede ser ignorada, en este sentido, la desigualdad de género fue un punto crítico en la Sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre VIH SIDA, celebrada en Junio de 2001; la cual fue firmada por 189 países, en la cual se destacó una resolución que tiene como finalidad disminuir las desigualdades de género para reducir de esa manera la vulnerabilidad de la mujer y las niñas al VIH/SIDA
          El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas Para La Mujer (UNIFEM), realizó una llamada al mundo (25-11-02) para finalizar la violencia contra la mujer denominado “Ni un minuto más”, en una oportunidad para destacar los avances logrados en la lucha contra la violencia y reconocer el papel crítico de cooperación global entre los gobiernos, así mismo, desarrollar estrategias efectivas y programas para finalizar la violencia contra la mujer.
           Para concluir este punto sobre la desigualdad basada en el género considero importante recordar las palabras de Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas “La violencia contra la mujer es tal vez la violación más vergonzosa de los derechos humanos. No conoce fronteras geográficas, culturales o económicas. Mientras continúe no podemos decir que estamos haciendo progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz”

Como actuar durante el parto VIH/SIDA

               Existe cierta polémica sobre cuál es la forma más segura de dar a luz en el caso de mujeres seropositivas. La cesárea es una intervención quirúrgica que puede tener riesgos, aunque también sirve para reducir otros. Para realizar una cesárea hay que hacer un corte a través de los músculos abdominales y del útero y sacar al bebé. Después hay que coser de nuevo el útero y los músculos.

             No se puede dar una respuesta tajante y única sobre cuál es el mejor modo de dar a luz en las pacientes seropositivas para la madre y para el bebé. La decisión entre parto natural o cesárea electiva es un asunto de opinión médica y de elección personal. Con las debidas precauciones el parto vaginal es una opción válida en la mayor parte del mundo.

            Tanto en el parto vaginal como en la cesárea hay contacto del bebé con la sangre de la madre que es el responsable de muchos de los casos de contagio. Los estudios realizados hasta ahora no son concluyentes a la hora de decidir cual de los dos métodos se asocia a un riesgo menor de transmisión.

     Una opción es la de realizar una cesárea electiva, es decir se decide el momento del parto, no se espera a que éste empiece de forma natural. Con esto se evita la rotura de las membranas, algo que aumenta como se ha dicho previamente el riesgo de transmisión. Un estudio ha demostrado que este tipo de cesárea reduce el riesgo de transmisión al disminuir el contacto del bebé con la sangre y las secreciones vaginales.

                     Pero esta intervención también tiene sus inconvenientes: puede producir sangrado, infecciones y otras complicaciones por lo que no todo el mundo está de acuerdo con someter a todas las mujeres seropositivas a una cesárea electiva. Por otro lado, algunas mujeres con infección avanzada podrían no tolerar bien este tipo de intervención.

Tratamiento durante el Embarazo

             


                No existen dudas de que el tratamiento antirretroviral es claramente beneficioso para la mujer embarazada. El riesgo de transmisión al bebé se reduce significativamente por lo que TODAS las mujeres embarazadas deben ser tratadas con medicamentos que tengan acción contra el virus de la inmunodeficiencia.
           Sin embargo, hoy en día ningún tratamiento elimina por completo este riesgo y no existe forma de diagnosticar al bebé antes de que nazca. Además, se desconoce el efecto que muchos de los medicamentos utilizados para el sida pueden tener sobre el desarrollo del feto. Por lo tanto, a la hora de tomar decisiones sobre qué hacer se deben tener en cuenta los riesgos-beneficios para el niño y para la madre, teniendo en cuenta los medicamentos que haya tomado la madre previamente así como si existe experiencia con los fármacos.

        El único fármaco aprobado para el uso durante el embarazo es la zidovudina (AZT). Éste se da a la madre por vía oral durante todo el embarazo, por vía intravenosa en el momento del parto y en gotitas al recién nacido durante sus seis primeras semanas de vida. El estudio más importante realizado hasta ahora con este medicamento administrado de las tres formas consiguió disminuir la transmisión de un 25% a un 8% sin afectar negativamente al desarrollo de los niños.
         Además se han investigado otras estrategias, como dar nevirapina a la madre durante el parto y al recién nacido en sus primeras horas de vida. La ventaja de esto es que es barato y puede ser utilizado en países en vías de desarrollo. También puede usarse en mujeres que no han recibido tratamiento durante el embarazo por no haber consultado o por haber descubierto que eran seropositivas al final de la gestación. En los casos en los que la madre no recibe tratamiento durante el embarazo o el parto, se debe administrar al bebé justo después de nacer, lo que permitirá disminuir las posibilidades de contagio
Combinar varios medicamentos

La combinación de fármacos es muchos más eficaz para el control de la infección VIH que el tratamiento con un solo medicamento. Esta afirmación es válida en todos los enfermos, por lo que debería serlo también en las embarazadas. Las dudas que se puedan plantear a la hora de dar un solo medicamento (AZT o nevirapina) o varios se basan en la ausencia de estudios que vean si las combinaciones son perjudiciales para el feto.
               Al inicio del uso de tratamientos combinados se comunicaron algunas complicaciones, del tipo parto prematuro o hemorragia cerebral. La combinación AZT, 3TC e indinavir parecía ser la más frecuentemente implicada en estos problemas, pero no está claro hasta qué punto eran los medicamentos los responsables de las complicaciones o existían otros factores.

        Posteriormente, con la excepción del efavirenz (Sustiva), no se han detectado defectos de nacimiento que puedan ser atribuidos al uso de medicamentos contra el VIH, ni en humanos ni en animales. En estudios con animales, el efavirenz causó graves daños cerebrales, por lo que se recomienda evitar su uso durante el embarazo.

             Como la hiperbilirrubinemia, (el aumento en la sangre de la bilirrubina, un pigmento producido en el hígado) de las embarazadas, puede causar daños al feto en desarrollo, se aconseja vigilar a las pacientes que toman inhibidores de la proteasa, ya que estos fármacos pueden aumentar la bilirrubina en la sangre.
       Como resumen se puede decir que no se puede dar ninguna garantía absoluta a las mujeres embarazadas, por lo que la decisión debe tomarse de forma individualizada. Es importante que el médico y la madre decidan de forma consesuada.

¿Cuándo empezar?

                 En el primer trimestre, el riesgo de contagio es relativamente bajo, y las posibilidades de que los medicamentos produzcan problemas son mayores. Por ello , si no hay urgencia médica (por ejemplo una infección difícil de controlar si no aumentan las defensas de la madre) puede resultar beneficioso retrasar su inicio hasta la semana 12-14 de embarazo. En caso de que la embarazada quiera iniciar el tratamiento de forma inmediata para reducir los riesgos de contagio no se debería negar esta opción.

           Cuando la mujer se entera de que es seropositiva después del primer trimestre se aconseja comenzar el tratamiento de forma inmediata. Incluso en fases tardías del embarazo (más allás de la semana 36), la terapia ha demostrado su utilidad, reduciendo el riesgo de contagio al niño.

 
¿Y si ya está tomando tratamiento antirretroviral?


               Con las mujeres embarazadas que ya están tomando una terapia contra el VIH hay que decidir si seguir o suspender el tratamiento durante el primer trimestre. Suspender la terapia en esta fase para permitir un normal desarrollo de los órganos del bebé, puede causar empeoramiento de la madre, con aumento de la carga viral, lo que puede llevar a un mayor riesgo de contagio. Mantenerla podría aumentar las probabilidades de que se produzcan malformaciones fetales.
           Por lo general la mayoría de los expertos coinciden en que si la situación de la madre es estable conviene mantener el tratamiento durante todo el embarazo. Cuando la madre no quiere por miedo a los efectos que pueda tener en el feto, se pueden hacer unas 'vacaciones terapéuticas' durante el primer trimestre. En caso de retirar el tratamiento se aconseja suspender todos los medicamentos a la vez, y cuando se reitroduzcan comenzar con todos al mismo tiempo.
               En algunas ocasiones la retirada del tratamiento en el primer trimestre se plantea por otros motivos: las nauseas matutinas. Algunas mujeres embarazadas vomitan con frecuencia por las mañanas y no toleran bien la medicación o no están seguras de siel cumplimiento está siendo adecuado por los vómitos. En esos casos es mejor una suspensión completa del tratamiento que tomarlo de forma incorrecta, lo que podría aumentar el riesgo de que el virus se haga resistente y de contagio al niño.

¿Y si la madre no ha recibido tratamiento durante el embarazo?

                   En este caso existe un alto riesgo y se puede valorar el tratamiento del bebé con AZT y 3TC, dado que se conocen las dosis de ambos fármacos en el periodo neonatal. Otra opción parece el tratamiento con nevirapina, dados los excelentes resultados que ha tenido en algunos estudios. Puede estudiarse la posibilidad de añadir una dosis de este fármaco en las primeras horas de vida y una segunda a las 72 horas, una medida que consigue mantener la concentración de fármaco durante una semana. En el posparto se evaluará la situación de la madre y la necesidad de que inicie tratamiento. Algunos autores recomiendan tratamiento combinado para el recien nacido, especialmente si la madre presenta virus resistentes al tratamiento

* La sexualidad y el VIH/SIDA*



             
                El SIDA, como todo hecho de la vida, puede ser tomado como una tragedia paralizante ante la cual no hay nada que hacer, o bien, puede ser convertido en una oportunidad para encontrar un nuevo sentido en nuestras vidas. Para lograr lo segundo, tenemos que transformar la visión que tenemos del SIDA como una sentencia absoluta de muerte y convertirla en punto de partida para hacer cambios físicos, mentales y espirituales que permitan incrementar la calidad de vida de las personas involucradas.

         Para la mayoría de las personas en nuestra sociedad, existe una gran identidad entre ejercicio de la sexualidad y VIH/SIDA. Esta situación es parcialmente cierta, en cuanto que el 80% aproximadamente, de los casos de SIDA en nuestro país han sido originados en una transmisión sexual del VIH y porque esa sigue siendo la que origina la mayoría de los nuevos casos de transmisión del VIH que se producen cada día. Más aún, la identificación SIDA = Sexualidad se ha Dado en Torno A: SIDA = Sexualidad No Reproductiva Y Placentera, lo que en nuestra sociedad(por considerar que el ejercicio de la sexualidad es malo y solo se justifica por el fin reproductivo) convierte a la persona que vive con SIDA en una "víctima culpable" a la que hay que se le pueden quitar derechos, entre ellos el derecho humano a ejercer su sexualidad con responsabilidad y placer.

             Así la sexualidad de una persona viviendo con VIH, esta enmarcada por el hecho de que hay un deterioro progresivo de la salud en general que limita este ejercicio, por el hecho de que deben tomar medidas para evitar nuevos contagios, ya que en cada acto de amor y/o pasión, puede transmitirse el virus, si no se toman medidas adecuadas de protección y sobre todo, por la "muerte civil" que muchas personas viviendo con VIH padecen y que, erróneamente hacen suya.

Cuando una persona se entera que vive con SIDA, pueden aparecer en ella diversos sentimientos relacionados con el duelo que implica saberse con una enfermedad que ha sido clasificada como progresiva y mortal. Estos sentimientos incluyen ansiedad, depresión, incertidumbre, agresión, victimización y miedo a la muerte. Todos estos sentimientos repercuten en nuestra sexualidad y la transforman.
Entre las transformaciones que sufre la sexualidad de una persona que se sabe viviendo con SIDA, podemos experimentar situaciones en las que el deseo sexual desaparece, otras ocasiones el deseo permanece, pero por miedo a infectar a otras personas, o a reinfectarnos podemos decidir no ejercer nuestro deseo, lo que nos lleva a abstenernos de ejercer nuestro deseo sexual.


En otras ocasiones, el sentimiento de coraje, si no hay un adecuado apoyo psicológico, puede transformarse en un deseo de "desquite" a través de infectar a otras personas. En este caso, el deseo puede o no incrementarse. Por la actividad sexual se incrementa, junto con el numero de parejas sexuales en relaciones ocasionales. Obviamente, no solo se incrementa la actividad, sino también los riesgos de transmitir el virus y de reinfectarse o infectarse por otras enfermedades, lo que acelera el desarrollo de la enfermedad hacia el SIDA.

Otra situación que puede presentarse es la de la perdida de la pareja, sea porque nos hemos enterado de que estamos infectados, en el momento en que nuestra pareja enfermo

Si falta alguno de estos elementos, no se puede producir la infección por vía sexual, y tampoco puede ocurrir si las vías de entrada se encuentran bloqueadas por algún tipo de pared que las cubra o si los caminos son cortados o los vehículos detenidos. Así pues, para evitar el contagio podemos utilizar diversas estrategias:


1. La abstinencia sexual, es decir el no tener ningún tipo de contacto sexual con ninguna otra persona, ni con uno mismo. Esta estrategia puede ser útil para algunas personas que consideran que la sexualidad es algo que no pueden realizar mas por vivir con el virus del SIDA. Tiene la ventaja de que no implica costos adicionales y de que es efectiva para impedir la transmisión sexual del VIH. La desventaja de esta opción son los altos costos emocionales y en términos de relación que implica y, sobre todo, SU ALTO INDICE DE FALLAS, ya que mucha gente que opta por la abstinencia, en condiciones de alcohol o de encuentro afectivo intenso, olvida su propuesta y accede a practica sexuales desprotegidas.

Por ello, aunque se haya optado en primera instancia por la abstinencia, toda persona debe conocer los métodos de sexo protegido y sexo seguro.

2. El autoerotismo, es decir caricias que nos proporcionamos a nosotros mismos y que pueden ser acompañadas de estímulos visuales, verbales o de la fantasía para producir excitación u orgasmo. Podemos en estos casos utilizar diversos juguetes sexuales que van desde los dildos, consoladores hasta muñecos y muñecas inflables. Obviamente es muy importante para disfrutar de estas opciones, recuperar el sentido lúdico que posee nuestra sexualidad.

3. El llamado Sexo Seguro que consiste en todas aquellas técnicas para compartir estímulos táctiles, visuales, auditivos y olfativos con una o varias parejas sexuales en las cuales se evita la penetración del pene en otro cuerpo y se evita asimismo el intercambio de fluidos corporales entre un cuerpo y otro. Esto incluye caricias de todo tipo, salvo aquellas en que se introduzcan dedos o el pene en cavidades corporales como el ano, la vagina o la boca.

4. El llamado sexo protegido, que consiste en aquellas practicas en las que hay penetración del pene en el cuerpo de otra persona, evitando a través del uso de barreras, como el condón, el kleen pack o los cuadros de látex, que los fluidos corporales lleguen a alguna herido o mucosa.
Es a partir de estos conocimientos que ha sido posible plantear los siguientes cuatro principios de una Vida Erótica Protegida, que defino como: "El conjunto de actitudes, conocimientos y practicas que nos permiten el ejercicio de nuestro deseo sexual y la obtención del placer, disminuyendo al máximo posible el riesgo de adquirir enfermedades de transmisión sexual, así como evitar embarazos no deseados o no planeados"

Factores que influyen en la transmisión de la infección del VIH

      

              Existen diferentes elementos que influyen en el contagio del VIH de la madre al niño. Por otro lado algunos otros, como la forma en que la madre adquirió la enfermedad o la seropositividad o no de la pareja, no tienen ninguna influencia en el riesgo de contagio. Dentro de los factores que más determinan el riesgo de transmisión está la salud general de la madre, el grado de infección que tiene (si su inmunodepresión es muy severa, es decir si sus defensas son muy bajas o si su carga viral es muy elevada). El consumo de drogas durante el embarazo, el acceso que tengan al cuidado prenatal, el tratamiento que reciban o la existencia de otras enfermedades durante el embarazo también pueden influir.

              El tipo de parto (si se rompe aguas mucho tiempo antes de dar a luz, o si el bebé tiene mucho contacto con la sangre) o amamantar al niño después también influyen en las posibilidades de que el bebé tenga o no la infección.
            De todos estos factores el estado de salud de la madre es posiblemente el factor que más influye en el riesgo de transmisión del VIH. Como hemos comentado, cuando los CD4+ son muy bajos o la carga viral muy elevada el riesgo es mayor. Las mujeres muy desnutridas también tienen más riesgo de transmitir la infección.





Relacion entre VIH y Embarazo



          No existe una evidencia de que el embarazo, por sí solo, cambie el curso de la enfermedad del VIH. De forma similar, la infección no parece cambiar la manera como se desarrolla normalmente el embarazo. Sin embargo, si aparecen infecciones oportunistas graves durante el embarazo éstas sí pueden afectar el curso del mismo o el pronóstico del bebé. Por último, el VIH no parece afectar el desarrollo del feto. No se han descrito malformaciones fetales ni otras complicaciones asociadas a esta infección.

          Por lo general el seguimiento de la mujer seropositiva va a ser, durante el embarazo, similar al de otras mujeres, al que se añadirán las pruebas específicas para su enfermedad. Hay que tener en cuenta algunas peculiaridades:

            Las pruebas invasoras como la amniocentesis (la introducción de una aguja en el abdomen para llegar al útero y tomar muestras del líquido amniótico, que rodea al feto, y que nos permite conocer la presencia de malformaciones fetales) pueden aumentar el riesgo de infección al bebé. Por ello, se debe valorar mucho el riesgo/beneficio al realizar esta prueba. El médico deberá explicar claramente a la paciente las posibilidades de que la malformación exista y hasta que punto es preciso realizar esta prueba o si existen otras alternativas. En algunos casos será conveniente hacerla y se hará, asumiendo un posible aumento del riesgo de contagio del bebé.

          Con el resto de las pruebas invasoras como el análisis de sangre del cordón umbilical o las muestras de placenta ocurre lo mismo, por lo que hay que hacer una valoración precisa de su indicación.

                   La rotura de la bolsa amniótica aumenta el riesgo de contagio. Se debe evitar en el momento del parto. Si se rompe antes de tiempo, hay que provocarlo en un plazo máximo de 4 horas.

        Cuando sean necesarias las pruebas se aconseja hacer antes una valoración de la carga viral de la madre y si es elevada iniciar tratamiento antes de realizarlas, para disminuir la cantidad de virus que pueden pasar al niño. En general NINGUNA de estas pruebas está completamente contraindicada, pero se debe ser más riguroso en su indicación en las pacientes seropositivas que en las que no lo son.